El destacado documentalista y escritor se presentó en el Ciclo Workshops de Letras, en Casa Museo Alfaro.
El cuaderno fue ayer protagonista en la cita mensual del ciclo Workshops de Letras, de la Secretaría de Cultura y Ciudad del Municipio de San Isidro. Cuadernos sobre la mesa, sin notebooks a la vista, tal la consigna del taller, donde la veintena de participantes desarrolló los ejercicios propuestos por un apasionado del papel y la birome: el documentalista y escritor Andrés Di Tella. Tres horas en Casa Museo Alfaro, Ituzaingó 557, casco histórico de esta ciudad, bajo el título Los cuadernos. El cuaderno como método.
Di Tella lee en voz alta la primera parte de Tema del traidor y del héroe, de Borges. Le interesa la cuestión del borrador. Hay zonas de la historia que no me fueron reveladas aún. Hoy, 3 de enero de 1944, la vislumbró así… “Es un cuento en el que el narrador empieza ofreciendo ciertos baches sobre la historia que va a contar, es un borrador, una idea de contradicciones que nos deja la sensación de que nosotros vamos a terminar completando el cuento. Borges nos regala una idea”, dice el elegido por la Fundación Konex entre los cinco documentalistas argentinos más destacados de las décadas 2001-2010 y 2011-2020.
Un cuento que se apega a un concepto central para Di Tella: el cuaderno diario y de apuntes cómo lugar donde todo entra, incluidas las dudas, donde todo está por empezar, como punto de partida. Cuadernos que, en su caso, son herramientas para construir una obra literaria, teatral o audiovisual, pero con la potencialidad de convertirse en una obra en sí mismos. Eso sucedió con su libro Cuadernos (2020), compilación de memoria autobiográfica que recoge sus experiencias como cineasta, extractos de sus anotaciones de trabajo, ideas y perfiles de personas que lo influyeron.


Di Tella proyecta una imagen de la obra Atlas, del artista alemán Gerhard Richter, conformada por más de 600 paneles con miles de fotografías. Una suerte de archivo personal de resonancias enciclopédicas que luego incluyó recortes de periódicos, dibujos y bocetos que organizó temáticamente y terminaron conformando una obra en sí misma. Y sigue. Proyecta pasajes de Diarios, su última película. Cortos de no más de 25 minutos unidos por un solo concepto: el de diario, el de registro cotidiano donde entra desde un astronauta ruso en el espacio, un temporal y su risa nerviosa en una montaña rusa a un molino girando en medio de la nada y su amigo Luis Ospina, reconocido cineasta colombiano fallecido en 2019.
Videos propios o capturas de video que al inicio solo tuvieron como finalidad ir a su Instagram, que se acumularon sin sentido aparente en su nube, que un día redescubrió y que terminaron completando una obra que devino, luego, en un espectáculo mutante, audiovisual y con lecturas en vivo.
“La acumulación es parte de mi método. Algo básico y elemental que me funciona.”
ANDRÉS DI TELLA, a cargo del Workshop de Letras de septiembre.
, confiesa el creador y director del BAFICI. Acumular en un cuaderno que sugiere llevar siempre encima. “En esos diez minutos de espera en el dentista podemos describir la sala. O escribir sobre un recuerdo, una idea, solo eso. Les juro que ese ejercicio casi siempre nos lleva a otros lados más interesantes”.

Escribir, aunque sea diez minutos diarios. A eso invitó en dos ejercicios. Lo resultante se lee en voz alta. Y Di Tella sigue: “Para mí, el celular tiene mal feng shui. Es como estar junto a una puerta. Entra y sale gente, entran y salen mensajes. La tentación por ver una historia de Instagram o escuchar un audio es fuerte. La compu tiene algo de eso, pero además la relaciono más fuertemente con el trabajo, lo formal. Es intimidante. Me gusta el papel y, aunque luego me dé bronca y hasta odio tener que pasar todo, a mí me sirve”.
El cuaderno, para él, como punto de partida, espacio de libertad, intimidad y acumulación. Acumula textos y dibujos de todos los tamaños, que luego van decantando sobre el teclado.
“El taller me permitió llegar a lugares creativos de escritura muy interesantes y tomar conciencia de la importancia de reflejar lo cotidiano”, dice la joven Sabrina Campos. “Me inspiro más en la computadora, pero siempre tengo mi cuaderno a mano. Me dediqué a la escritura académica, vinculada con la historia, pero ahora, como jubilada y más después de este taller, me tienta la literatura”, confiesa Liliana Bocquin.
Ya en la galería, con su habitual sombrero colocado, Di Tella habla del encuentro:

“Se generó un deseo muy fuerte de compartir este espacio, una especie de ola de comunicación, intercambio, empatía. Me llevo una excelente impresión.”
ANDRÉS DI TELLA, al finalizar el workshop y con la vista clavada en la torre de la casona Las Brisas, que asoma no tan lejos y parece despertar su curiosidad.