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CONMOVEDORA FUNCIÓN DE PLATEA ABIERTA EN SAN ISIDRO

“Mi hijo sólo camina un poco más lento” convocó a gran cantidad de público, con entrada gratuita y charla post función con el elenco.

La discapacidad, las expectativas de los padres acerca de sus hijos, la ancianidad, los celos, el amor. Por todo eso, y más, transitó anoche Mi hijo sólo camina un poco más lento (una pieza croata), de Ivor Martinić. Una emblemática obra del teatro independiente que anoche cautivó al público que colmó el Centro Cultural San Isidro (Avda. Del Libertador 16.138, San Isidro), en el marco del ciclo gratuito Platea Abierta en San Isidro.

“Tuvimos un cierre de la primera etapa del ciclo 2023 a sala llenísima, en julio haremos un paréntesis para darle paso a nuestra agitada agenda de vacaciones de invierno, y en agosto nos reencontraremos con más teatro, de excelente nivel y cerca de nuestras casas.”

ELEONORA JAUREGUIBERRY, secretaria de Cultura y Ciudad de San Isidro.

Una obra que gira en torno de Branko, joven que está en silla de ruedas por una enfermedad degenerativa. Una madre que no acepta su discapacidad, una abuela que, de algún modo, se convierte en su principal cómplice en ese destrato por los más vulnerables, una joven que se enamora de él, lejos de cualquier prejuicio, y más personajes van conformando este elocuente retrato de una familia de clase media donde el amor (o su ausencia), en medio de los preparativos del cumpleaños 25 de Branko, manda.

Dirigida por Guillermo Cacace, esta comedia dramática comisionada y producida por el Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América 2014, en coproducción con el Centro Croata del Instituto Internacional de Teatro I y Apacheta Sala Estudio, y con el apoyo de European Union National Institutes for Culture, transita entre el humor, el drama y la nostalgia, interpela sobre las distintas miradas sobre lo diferente, y fue todo un éxito del teatro off porteño desde su debut, en 2014.

“El texto es muy precioso y cuando empezamos a ensayar no dimos cuenta de que la obra solo necesitaba ser escuchada. Todo lo demás sobraba, debía transcurrir como en los ensayos.”

JULIETA ABRIOLA, directora asistente de “Mi hijo sólo camina un poco más lento”.

Con estas palabras, alude Abriola a la puesta despojada de la obra durante la charla post función que el ciclo propone entre elenco y público. Apenas unas sillas, y a los actores y actrices que están siempre a la vista, a veces actuando y a veces (sin dejar de actuar) viendo a sus pares en el foco de la escena.

Una puesta atípica para una obra atípica que debutó y se presentó muchos años en Apacheta, durante las mañanas de los fines de semana. “La idea de mantener la sala iluminada surgió sobre la marcha y tiene que ver con reproducir la luz matinal en Apacheta. No queríamos nada oculto, que todo se viera, y que el público sea parte de la experiencia”, añadió Abriola.

Todo a la vista, gestos colectivos, mucho peso del texto por sobre el trabajo actoral físico y las acciones, y un elenco que casi no se modificó desde el debut. “En la letra no hay improvisación, pero las situaciones siempre cambian, porque nosotros no somos los mismos. A lo largo de estos nueve años pasaron cosas buenas y malas. Esta obra nos emociona y los emociona porque es una obra viva”, dijo Paula Fernández Mbarak, ya fuera de su rol de mamá de Branko.

“Lo que ocurrió es mágico e insólito. Ningune imaginó que podía pasar este furor en todos estos años. No tenemos respuesta a eso”, se sinceró Gonzalo San Millán, integrante del elenco que completan Alejandro Guerscovich, Antonio Bax, Romina Padoan, Pochi Ducasse, Luis Blanco, Clarisa Korovsky, Aldo Alessandrini, Julia Garriz y Juan Andrés Romanazzi, a cargo de las didascalias (acotaciones). 

“Agradecerles este río de emociones, amor, ternura y algo de angustia. La piel de gallina todo el rato”, dijo a viva un espectador antes del cierre. “Interesante, nunca había visto una puesta así”, contó Nadia Benítez, llegada de San Fernando. “Genial la charla, conocés más a los actores, el concepto de obra. Jamás me hubiera imaginado el tema de la luz sin la pregunta de esa señora del público. Se aprende un montón, ¡lo recomiendo!”, comentó Romina Farfan en su segunda vez en el ciclo.

En el hall de entrada a la sala, Sandra Veiga Méndez desató sus emociones. “Estoy enamorada del elenco, de la historia. Toda mi admiración -dijo la vecina de Martínez, que hace teatro independiente desde hace cuarenta años-. Es mi decimoquinta vez con esta obra y siempre invito gente querida para que también la disfrute. No me canso de verla, cada vez me vuelve a conmover, divertir, emocionar, no sé, me pasa de todo”.

+ El ciclo tiene la dirección artística de la dramaturga y directora Silvia Gómez Giusto, y las charlas son moderadas por la dramaturga y gestora cultural Aliana Álvarez Pacheco.
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