La ganadora de la Beca Residente del Premio Artes Visuales Municipio de San Isidro “Kenneth Kemble”
“Habrá que timonear, preparar el motor, que esté todo bien, coordinar con la Prefectura y mientras tanto registrar, dibujar, crear, cocinar…”
María Bressanello está a horas de embarcarse en la aventura Proyección Paraná, el proyecto ganador del Premio Artes Visuales Municipio de San Isidro “Kenneth Kemble” en la categoría Premio Beca Residente (para vecinos del municipio), entre las casi 400 propuestas de arte contemporáneo de una docena de provincias que este año aplicaron al concurso de la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro. Embarcase, literalmente, para remontar ríos y plasmar un proyecto que desde hacía mucho tiempo venía lucubrando y que, por fin, gracias a este certamen está a punto de soltar amarras.
Una travesía de invención y producción poética y artística que será materializada en dibujos, fotografías y textos que ella irá proyectando como diapositivas sobre los cascos de los buques cargueros que estén navegando el río. Todo un trabajo de poesía visual bajo una temporalidad signada por la corriente y la navegación.
“El proyecto tiene algo de rescatar la tarea de los viejos cronistas españoles y ya comenzó, sin haber iniciado la navegación, con una investigación artística, leyendo mucho, interiorizándome sobre los colonizadores que remontaron ese río y también sobre los que lo usaban y habitaban antes de su llegada. Es un volver a hacer el mismo camino que otros hicieron, un saber que está pasando ahora y también una tarea de introspección, de investigar sobre mí misma y sobre qué me irá pasando con todo eso”.
MARÍA BRESSANELLO, Lic. en Artes Visuales.
María terminó la secundaria en el Colegio Piaget de San Isidro, estudió Licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Nacional de las Artes y Gestión Cultural en la Universidad de Tres de Febrero, participó en Salones Nacionales de Arte Textil y de Cerámica, y en distintos Salones Nacionales y Provinciales de Pintura. De 38 años recién cumplidos, vive en Boulogne, dice que el arte es el mejor lugar para habitar el mundo con una mirada reflexiva e intuitiva y se define como artista curiosa que disfruta de desafío. La pintura es su eje, pero además trabaja con el dibujo, la cerámica, las tintas, las performances y siguen…, y ama el trabajo en el territorio, la práctica situada.
“Los intereses artísticos también se van modificando con las épocas. A veces me identifico más con los temas pictóricos, los históricos, lo político, los paisajes, la denuncia ¿Otros artistas?, me gustan los que transitan por el arte popular, las performances, la fotografía, en verdad puedo ir con gusto de las pinturas renacentistas hasta las acciones performáticas contemporáneas. ¡El campo artístico es tan vasto! Lo relacionado con la naturaleza, lo humano, lo animal, lo psicológico. Son universos inmensos, inabarcables, y yo soy curiosa, demasiado curiosa”, sostiene.
Cuando le avisaron que había ganado el concurso casi se desmaya. Hoy está ilusionada y feliz porque es muy lindo que te reconozcan y que alguien más esté interesado en tu proyecto. “Es muy gratificante y una enorme responsabilidad. Al principio me sentí un poco asustada, porque significaba la confirmación de que eso que había pensado y deseado durante tanto tiempo, efectivamente, se iba a concretar”.

-¿Expectativas sobre la tutoría profesional que implica el certamen?
-Ya arrancamos y tiene que ver con recibir miradas, aportes, sugerencias. Súper enriquecedora la conversación, el encuentro. Las expectativas son altas, siempre suma el intercambio con colegas y con gente que está en el arte, sentirte acompañada por alguien que te escucha y pensar juntos para darle la mejor vuelta al proyecto. Yo encantada, es como si fuera otro premio que se suma al económico.
Es que el Kemble no solo aporta una tutoría profesional a los ganadores a cargo de Andrés Labaké, coordinador también del jurado, sino también un premio en dinero en efectivo, a modo de beca, que este año se distribuirá del siguiente modo, $400.000 para el Gran Premio, y $200.000 para para el Premio Beca Joven (hasta 35 años) y el Premio Beca Residente.
¿Por qué el Paraná? La respuesta es simple. María viene de una familia de navegantes, recuerda vacaciones enteras entre nuestro Delta y el Uruguay. Creció con el Paraná y su amor por ese río y por tantos otros es casi tan incondicional como su pasión por el arte.
–Proyección Paraná tiene facetas vinculadas también con generar conciencia sobre el medio ambiente y los modos de trabajo en esa hidrovía?
-Supongo que el devenir del viaje me irá diciendo en qué hacer foco. Hay un montón de temas que me interesan, lo ambiental, la ruta del comercio, lo laboral, los movimientos culturales que se producen en las orillas, lo social. Son temas que nos atraviesan a todos. Quiero aprender, conocer, investigar, registrar y trasladar todo ese contenido al lenguaje de las artes visuales. Trabajarlo desde ahí, manifestar todo eso en imágenes que iré proyectando sobre los cascos de los buques que estén en el río.
-¿Cómo vas a materializar la posibilidad de proyectar las videos y las fotos en los cascos de los buques?
-Ya hice pruebas con los proyectores, pero una cosa es calcular las distancias, los distintos tipos de iluminación y otras cuestiones técnicas fuera del agua y otra cosa muy distinta será estar con el barco en movimiento, con buques circulando, olas, viento, lluvia. Tendré que comunicarme por VHF con los capitanes de los buques para contarles el proyecto y conseguir autorizaciones y permisos. La idea es hacerlo siempre desde un lugar respetuoso y consentido. Creo que para ellos tener por un tiempo su barco iluminado con proyecciones artísticas será muy interesante. Por otro lado, hay buques enormes abandonados, otros que están fondeados. Soy optimista, en el mundo del agua hay mucho compañerismo y solidaridad, en general, el navegante siempre está a disposición de otros navegantes. Ese es otro aspecto del viaje que me gustaría ahondar y rescatar.
Desde que le informaron que había ganado, el proyecto empezó a funcionar sin parar en su cabeza, en pensar en cómo poner el barco en condiciones hasta en estar alerta a posibles cambio de recorrido si el tiempo no acompañaba. Algo que ya ocurrió por la bajante extraordinaria del Paraná. Así, de la ruta original San Isidro-Corrientes pasó al plan B: San Isidro- Puerto Ruíz, en Gualeguay. “No hay agua suficiente en el Paraná que permitan llegar a los puertos para aprovisionarse o cargar combustible. El jueves próximo, cerca de las 14, saldremos de San Isidro hacia el Delta, luego tomaremos el Paraná Guazú, el Ibicuy y desde allí remontaremos el Gualeguay, que en muchas cartas náuticas ni en los GPS actuales ni siquiera figura, hasta llegar a Puerto Ruíz”, relata entusiasmada.
Un primer tramo que demandará dos semanas, días más o menos, y un regreso al pago chico a principios de octubre que probablemente pueda hacerse por el Paraná, dependiendo de los factores climáticos. Será un paso a paso, una milla a milla. “Si algo aprendimos de estos tiempos es a aceptar las contrariedades, modificar cursos y hacer las derivas necesarias que nos sirvan para seguir avanzando, de todas formas, con nuestros proyectos”.
-Tu iniciativa implica el uso de dibujos, pinturas, videos, fotografías. Un mix interesante de disciplinas.
-Sí, totalmente. Implica usar y trabajar con distintas disciplinas. También voy a incluir una práctica que vengo desarrollando desde hace un tiempo en los sitios que visito: recolectar sedimentos de los ríos y barro de las orillas. Hace poco me enganché también con la recolección de distintos tipos aguas. Veremos que ocurre y cómo se termina de confeccionar esta especie de mapamundi del río. Eso me interesa del proyecto, que es muy abierto, y se irá definiendo en el propio hacer.
-¿Cómo te imaginas el día a día en el barco?
-Genial. Será espectacular arrancar a navegar en primavera. Vamos a hacer un promedio de 60 kilómetros por día, a una velocidad de seis nudos, un tiempo lento, diría. Habrá que timonear, preparar el motor, que esté todo bien, coordinar con la Prefectura y mientras tanto registrar, dibujar, crear, cocinar, encontrar el lugar para fondear, estar pendiente del clima, ver dónde está la arcilla, recolectarla, tomar muestras de agua. ¡Un montón de situaciones! Mucho para hacer, mucho trabajo. No será un viaje de relax, de tomar sol en la cubierta y que el marinero te lleve. Para nada, será una navegación muy activa, en la que habrá que estar todo el tiempo atenta, pensando, controlando, creando. Estoy con mucha ansiedad por emprender esos días. Me los imagino alucinantes.
Proyección Paraná es eso, buques devenidos en enormes pantallas de acero u otros materiales de todo lo que María vaya recolectando en esta aventura, y se completará, al menos esa es la idea, con un trabajo audiovisual que muestre el backstage, la entrecasa, la cocina para ser luego proyectado en espacios culturales y comunitarios a la vera de los puertos que integrarán el recorrido. “Todo dependerá de los encuentros que vaya teniendo en los distintos puertos con la gente local, en cómo van a recibir la idea. Poder exhibir ese registro en San Isidro, Corrientes y Entre Ríos sería mi mayor deseo, porque significará compartir un trabajo individual que solo será posible a partir del encuentro y la suma de muchas otras voluntades. Será un trabajo de todos.
Todos, en su mínima expresión, serán Iván Vignau (Maivan), un amigo creativo con el que pensó el proyecto, María Villanueva, artista de San Isidro, y sus padres Silvia y Fernando. Con ellos, Roberto Aramburu, el dueño de “Viejo Almacén”, una chata tipo isleña que está amarrada en el Club Náutico de San isidro lista para levar anclas. “Es una tripulación con la que me sentiré feliz y muy bien acompañada, más allá de los artistas, amigos y gente que hoy no conocemos que seguramente vaya subiendo y bajando del barco en las distintas postas. Importante será seguir los consejos de Roberto, el que más sabe del río y quien nos dará el apoyo técnico, logístico y ¡emocional!”.
Por lo pronto, ya tiene preparada su valija de herramientas, teléfonos para hacer registros, máquina de fotos réflex, dron, papeles para acuarelas y temperas, lápices, recipientes para recolectar agua y barro, y amuletos “pequeños y potentes” que construyó con barro recolectado con su amiga María Villanueva en Canaleta Julia, en la desembocadura del río San Antonio.
Todo será parte del equipaje de una travesía que a pocos días de iniciarse tuvo la primera sorpresa. El “Milonguita”, un crucero Duarte 24 de siete metros, está en tierra, en la Federación de Clubes, San Isidro, bajo reparaciones en las patas del motor. Pero María no se desanima. Todo lo contrario. “Si no llegamos a tiempo, iremos todos apretados en el Viejo Almacén, que es un barco muy lindo y que, de todas maneras, nos llevará a buen puerto”.
+ El Kemble incentiva, apoya y acompaña la producción poética, artística, reflexiva y crítica de obras de arte contemporáneo en vías de desarrollo, y este año también eligió como ganadores a Cinthia De Levie por Petul y el diablo extranjero (Gran Premio) y a Ramiro Quesada Pons (Premio Beca Joven) por Los intercesores. Su jurado, coordinado por Andrés Labaké, estuvo formado por Teresa Riccardi, Miguel Harte y Rosalba Mirabella.