El destacado baterista se presentará el 13 de octubre a las 20h en el Museo Pueyrredón, con acceso gratuito
“Después de tanto tiempo de pandemia y encierro, el ánimo general de los músicos y del público será de verdadera fiesta”
Oscar Giunta se sentó por primera vez en una batería a los dos años. Amor a primera vista. Hoy es uno de los más encumbrados músicos de jazz del país y mañana, a las 20, abrirá con Oscar Giunta Supertrío, que completan Hernán Jacinto en teclados y Flavio Romero en contrabajo, el festival gratuito San Isidro Jazz y Más en los jardines del Museo Pueyrredón, en Rivera Indarte 48, Acassuso.
Sinónimo de jazz. Mendocino de nacimiento y del mundo por talento, Giunta cofundó en 1999 el mítico Quinteto Urbano, uno de los grupos fundacionales del nuevo jazz argentino, y compartió escenarios con el legendario Wayne Shorter, John Patitucci, Herbie Hancock, Dave Liebman, Lalo Schiffrin, Billy Cobham, Paquito De Rivera, Johnatan Kreisberg y muchos otros. En octubre de 2010, debutó con Oscar Giunta Quinteto en el Luna Park, en un festival de rock que tuvo a Spinetta y a Divididos, “donde el público estaba más para el pogo que para improvisaciones y solos, y nos despidió de pie. Una gloria”.
El último tramo de este año lo encuentra entonado y con dos nominaciones importantes, una local, al Mejor Álbum de Jazz en los Premios Gardel por Apaláp!, y otra internacional en los Grammy Latinos, nada menos, por Play Piazzolla, de grupo Tinto Tango, al que fue invitado para sentarse en la batería.

-¿Qué significa para vos regresar a San Isidro Jazz y Más?
-Es un motivo de gran alegría y orgullo personal y profesional. Cada vez que he tenido la oportunidad de participar en este festival siempre fui recibido por un público sumamente cálido, receptivo, respetuoso y muy efusivo que disfrutó de la música a un nivel muy profundo, algo que siempre es motivo de alegría y agradecimiento. Feliz, también, por poder presentarme un escenario tan hermoso e increíble como el Pueyrredón. Sé que la función inaugural no será la excepción. Después de tanto tiempo de pandemia y encierro, el ánimo general de los músicos y del público será de verdadera fiesta. Hay un espíritu general de felicidad por este reencuentro y retomar la senda de la música en vivo, de aunar las almas.
Un concierto cuyo repertorio, en líneas generales, estará en torno a Apaláp!, que no dejó de traerle alegrías a Giunta y a su trío con la nominación este año como Mejor Álbum de Jazz a los Premios Gardel. Un trabajo grabado en Nueva York en el marco de la última gira de esta formación por Estados Unidos, editado por el prestigiosísimo sello Club del Disco. Pero también habrá algunas sorpresas con temas que integrarán la grabación del próximo álbum, en diciembre próximo.
-¿Cómo definirías Apaláp!?
-La cristalización de un trabajo muy arduo y de unos ocho años en los que enfoqué mis energías principalmente en redondear un repertorio, en tocar con una frecuencia inusitada para el medio local y en generar que el trio tuviera un gran andamiaje y aplomo. Esto es clave para mí, sobre todo en una propuesta jazzística, donde la principal virtud, más allá de ritmos y colores, es adquirir cierta dinámica, electricidad, intercambio real y permanente entre los músicos. Eso se logra casi exclusivamente con el trabajo constante y arduo de generar interacción, un juego permanente y de conocimiento de los músicos en tiempo real y haciendo música. Sea música original o estándar de jazz, en esta música prima el conocimiento del lenguaje y el juego permanente, el manejo de códigos comunes. Y ese fuego necesario se construye compartiendo escenarios. Además, lo interesante de la agrupación es que tiene un repertorio propio, en su mayoría de mi autoría, lo cual me permite tomar la delantera, mostrar otras facetas artísticas más allá del baterista y tener la libertad total de llevar la música a los terrenos que siempre considere más bellos.
-¿Te gusta la impronta del festival de ir más allá del jazz y de darle lugar a otras músicas asociadas al género?
-Parto del criterio de que el jazz no es un ritmo ni mucho menos algo que este asociado a una época puntual. El jazz no se define por un ritmo, sino más bien por un modo de tratar la música, por un lenguaje musical. Se considera tradición a lo que ocurrió en el jazz en los años 20, 30, 40 y 50, pero no nos olvidemos también de que lo producido en los 60, 70 e incluso en los 80 también forman parte del legado del género a partir de esa cruza con la música brasileña, afrocubana, el rock, el funk, la contemporánea, la electro acústica, y muchas otras, y en las últimas décadas con el folclore argentino y el tango. Pero no es un fenómeno local, sino internacional. Hay muchos y grandes compositores que hoy en otras capitales del mundo utilizan jazzísticamente ritmos argentinos, colores o instrumentos de nuestra tradición. Hablar de jazz hoy es hablar de un lenguaje muy amplio y poco localizable geográficamente, un lenguaje universal y permeable a ser tomado desde un montón de ámbitos, geografías y culturas. Es fabuloso que sea así y, en ese sentido, lo que propone el festival de San Isidro me parece muy importante, atinado y en sintonía con lo que ocurre con el género a nivel global.

-¿Qué función del festival no te perderías por nada del mundo?
-No me perdería, sin duda, las funciones del grupo de Dan Pocetti y del dúo Bulacio-Jurado. Me parece que vienen cargadas de una impronta y una energía muy renovadoras. Invitaría al público a que preste suma atención a estas propuestas que son fabulosas.
-¿Cómo presentarías a los músicos de Oscar Giunta Supertrío?
-Soy un afortunado y estoy feliz de contar en el Supertrío con dos músicos con los cuales realmente me gusta tocar. No es casual que estemos juntos. Dos músicos referentes de sus instrumentos, Hernán Jacinto en teclados y Flavio Romero en contrabajo, con carreras importantes como solistas, en las que pudieron plasmar algunos álbumes con música original y de muy buena factura. Es un orgullo y un alegrón tenerlos en el trio.
-¿Cómo se llega a tocar la batería con solo dos años?, sin duda, estabas predestinado.
-Fue una suma de factores, por un lado, mi decisión tácita de dedicarme a la música y, por otro lado, un entorno musical familiar muy rico y prolifero. Todo lo que recuerdo de mi infancia está ligado a la música. Mi abuelo Oscar Rufino Giunta, director de la orquesta típica Hermanos Giunta, en nuestra Mendoza natal, y mi otro abuelo Antonio Parafioriti (conocido en el ambiente tanguero por su apellido artístico, Del Pino), gran cantor de tangos, quienes se conocían y tocaban juntos desde mucho antes del nacimiento de mis padres, que también son músicos en ejercicio. Mi vieja, Liliana, docente de canto, y mi padre Oscar Eduardo, gran pianista y contrabajista de jazz, tango y música clásica. Bisabuelos músicos también, mis dos hijos y primos lo mismo. Hay algo genético y de estímulo hacia la música muy fuerte en la familia, que en tiempos de la infancia se da un poco jugando y luego también tomando muy en serio la senda musical. Inevitablemente uno se nutre de ese mundo, lo emula.
-Dos nominaciones, Premios Gardel y la más reciente al Grammy Latino con Tinto Tango. Nada mal para cerrar el año.
-Estas nominaciones son siempre un mimo al trabajo constante, a la dedicación y valen desde ese lugar. Pero hay un premio que, a mi entender, es más valioso y perdurable, el cariño de la gente y el reconocimiento real que uno va cosechando al llevar desde hace muchos años esta música a los 5.500 kilómetros de largo de la Argentina y a sus 1300 de ancho, y hacerlo extensible a otros países, realidades y culturas muy distintas a la nuestra. Ahí está el premio verdadero, en esos lugares fuera de todo marketing y publicidad donde se da el encuentro genuino entre el artista y su público, y donde el arte realmente tiene verdadera razón de ser arte.
+ Con entrada gratuita y todos los protocolos sanitarios vigentes.
+ En caso de lluvia, las funciones se realizarán en el Colegio San Juan El Precursor, Salón Papa Francisco, Estanislao Díaz 939, Bajo de San Isidro. Capacidad limitada.