En Primera Persona: el viernes próximo estrena su suite “Las Catorce estaciones del Vía Crucis”
Santiago Chotsourian: “Deseo que mi obra, que no esquiva el aspecto doloroso, dificultoso y problemático de la vida, pueda traslucir algo de ese amor que Jesús entrega en la Cruz”
Nació en el Hospital Alemán, que en aquellos tiempos, en diciembre de 1966, era un hospital de monjas, y se crió en Acassuso, un barrio que reconoce y recuerda por sus perfumes y sus árboles. Fue a la Escuela Nº 4, en Martínez, y egresó del Colegio Nacional de San Isidro. Tiene seis hijos mayores de edad y siempre abrazó la música. Es licenciado en Composición y Dirección Orquestal y Coral, fue el director artístico de Arpeggio, director de Música y Danza de la Nación, director de Estudios Musicales del Teatro Colón (PK), y Director artístico de las radios Clásica (PK), Nacional y Amadeus, entre otros puestos. También colaboró con prestigiosas orquestas y coros de aquí y del exterior, y con artista de la talla de Cristina Banegas, Leo Maslía y Peter Gabriel.
Además de la música, desde siempre sintió otro llamado, el espiritual y el de la solidaridad. Después de haber vivido y trabajado dos años como enfermero y misionero en la Villa 13 de Julio (La Cárcova) junto al padre Pepe Di Paola, y de un período de tres meses de formación en el monasterio de los monjes trapenses de Azul, hace siete meses Santiago se trasladó a Tres Picos, un pueblo cercano a Tornquist, en la provincia de Buenos Aires, para realizar una experiencia de vida eremítica de vida contemplativa en la capilla rural de María Auxiliadora, bajo la dependencia de la Arquidiócesis de Bahía Blanca, a espaldas del sistema de Sierra de la Ventana y siguiendo la tradición de aquellos monjes.
A la par, claro, siempre la música. Es más, por estos días se prepara para una función muy especial, el Viernes Santo, en los jardines del Museo Pueyrredón y en el marco del ciclo gratuito El Camino del Santo. Se trata del estreno de “Las Catorce estaciones del Vía Crucis”, una suite para viola y violonchelo que compuso durante el confinamiento por la pandemia.
“Es un consentimiento que se sigue, una intuición profunda, feliz y en el marco de mucha libertad de espíritu. Uno escucha ese llamado, esa propuesta de la vida y responde. Es un itinerario de formación al que no se llega de un día para el otro. Finalmente, todos somos peregrinos de una búsqueda y de un seguimiento a una intuición de vida, de amor, de libertad y de fraternidad. Una búsqueda, un peregrinaje según la vocación y actividad de cada uno. Un discernimiento, un camino”.
SANTIAGO CHOTSOURIAN, director de orquesta.

-¿Por qué el Vía Crucis llevado a la música?
-Vía Crucis quiere decir vía, camino. Es el camino de la Cruz con sus caídas, levantadas y encuentros. Así es como la vida de todos nosotros se ve reflejada, acompañada, sostenida. El tema central del Vía Crucis es esto que se sostiene. Desde la composición musical, lo que sostenemos es la atención a una melodía. Cuándo vamos a un concierto todos estamos sosteniendo la atención, la mirada hacia una melodía, a un motivo, a una determinada voz que se nos va proponiendo. Ese encuentro tiene un correlato musical. El Vía Crucis y la música son lenguajes de este caminar, lenguajes que nos hablan de ese sostenerse, de sostener un cuerpo en el peregrinaje, de sostener las cosas de la vida, de compartir las cargas.
-Una obra para viola y violonchelo, ¿qué te llevó a elegir esos instrumentos?
-Esta composición tiene como característica que es un dúo de varón y de mujer ejecutando instrumentos de tesitura media grave. No hay violines ni un instrumento “Uno” que lleve el discurso o la voz cantante, sino dos instrumentos de tesitura media grave que habitualmente no son puestos como voz cantante. La viola y el violonchelo no eclipsan la figura que venimos a ver ahora en lo alto, a Cristo en la Cruz, que es el instrumento agudo que la obra no incluye, porque lo supone y necesita. En verdad, la obra es un trío, una trinidad compuesta por Cristo, la viola y el violonchelo, que podrían representar a María y Juan al pie de la Cruz. Este dúo de viola (Gabriel Mateos, de la Orquesta Provincial de Santa Fe y Entre Ríos) y de violonchelo (Adriana Inés Bonaudi, de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario) está instalado al pie de esa Cruz, dialogando y componiendo, de alguna manera, un pequeño cuadro que produce el correlato musical de cada una de las 14 estaciones del Vía Crucis. Representa una escena, un paso, un momento de ese camino de la Cruz, reflejando en un diálogo de voces que entretejen ambos instrumentos.
Chotsourian habla de la importancia del diálogo, en el más amplio sentido, y apela al poeta Friedrich Hölderlin, cuando dice Somos un diálogo.
“En esencia, la humanidad y lo divino componen un diálogo esencial. Todos, de un modo u otro, tenemos ese diálogo. Pero también somos un diálogo entre la propia voz y el propio oído, ese don maravilloso de poder escucharnos la voz y de escucharnos la palabra es lo que posibilita el entendimiento humano. El gran signo, el signo superior del entendimiento humano es la Cruz de Cristo. Entonces, sí somos un diálogo y el signo de ese entendimiento es la Cruz, para mí tiene un sentido profundo que el relato del Vía Crucis sea un relato dialogal y que además sea un relato interior para cada uno. Por eso, no es una obra cantada. Simplemente son dos instrumentos que sugieren una determinada disposición melódica, un determinado factor rítmico, un peso, una gravedad. Es decir, todo lo que en la música se pone en juego. Todo apunta a no ser una pintura de las estaciones, sino a que cada uno, como le suene y le resulte, construya interiormente esa escena que el Vía Crucis nos propone a todos desde tiempos inmemoriales”.
Chotsourian dice e insiste en que las “Catorce estaciones del Vía Crucis” es un acto de amor.
“El punto fundamental de todo Vía Crucis es la entrega, la entrega que Jesús hace. Una entrega profundamente amorosa y gratuita, y porque es gratuita es amorosa. Deseo que mi obra, que no esquiva el aspecto doloroso, dificultoso y problemático de la vida, pueda traslucir algo de ese amor que Jesús entrega en la Cruz, desde la interpretación de estos dos excelentes músicos, un hombre y una mujer”.
Dos músicos que elogia por el estudio y el compromiso puesto al servicio de esta iniciativa. También engloba en el elogio a los organizadores y adelanta el lugar específico donde se desarrollará el estreno.
“En toda la Semana Santa, en la Iglesia se repite y canta la metáfora Este es el árbol de la Cruz, Este es el árbol de la Cruz. Por eso, con Eleonora (Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro) nos significamos que la obra sea ejecutada junto al algarrobo histórico del museo como metáfora de un árbol de la cruz que ha visto pasar a toda la historia argentina. Ese será el lugar, el mejor lugar, y la forma en que vamos a plantear cómo algunos lenguajes nos ayudan a reflexionar, contemplar y vivir esa historia, ese transcurrir de la vida de los pueblos con la mayor cercanía espiritual posible”.
Una obra que, desde el punto de vista de su estructura compositiva también tiene sus particularidades. Santiago habla de números y rítmica. Dice que cada una de las 14 estaciones tiene la misma medida, duran 14 compases, y que cada uno de esos compases también tienen la misma medida, 5/4 cuartos. Lo exacto, lo simétrico.
“Los números tienen fuerte relación con la obra. Hay cinco pulsos, cinco pasos de ese caminar del Vía Crucis por cada compás. La medida, el número, lo rítmico son elementos muy interesantes que nos permiten encuadrar la mirada, El oído del corazón, como diría San Benito. Enfocar la mirada en un marco que termina funcionando como una pequeña escena, como en las artes visuales, un pequeño marco escénico para cada estación, como ocurre en todas las iglesias del mundo con los 14 bajo relieves o pinturas que representan el Vía Crucis. Lo rítmico, el número, la armonía, la música, el mismo cosmos. Ahí también hay una relación que ha sido explorada desde siempre, en la llamada armonía celeste. Es una obra determinada por una rítmica, un respiro, un andamiaje que camina sobre un discurso musical que pretende exponer, finalmente, escenas fundamentales de la vida de Jesús. Todo un correlato de la historia de la humanidad, de la historia de los pueblos y de la historia personalísima de cada quien”.
+ La función será el viernes próximo, a las 16, en el Museo Pueyrredón, Rivera Indarte 48, Acassuso, gratis y con todos los protocolos sanitarios y de higiene. Las entradas se entregarán el mismo día, desde las 15, una por persona, por orden de llegada y hasta agotarlas. En caso de mal tiempo, el concierto se realizará en el Salón Papa Francisco del Colegio San Juan el Precursor, Estanislao Díaz 939, San Isidro. Capacidad limitada.