¡LATE, LATE, ¡NOLA! se realizó el domingo pasado en Lamadrid 197, Boulogne, con acceso gratuito
Las figuritas fueron las grandes protagonistas el domingo pasado en el Museo del Juguete de San Isidro (MJSI). Pero, claro, no estuvieron solas. Una legión de cerca de 300 personas de todas las edades que se dio cita en Lamadrid 197, Boulogne, para darles vida y ser parte muy activa de ¡LATE, LATE, ¡NOLA!, que ofreció juegos, intercambios, talleres y una muestra de figuritas y álbumes de ayer y de hoy imperdible que estará abierta hasta el domingo próximo.
“El Museo del Juguete volvió a ser lugar de encuentro intergeneracional a partir de juegos que parecen perdidos, pero que, sin embargo, atrapan a los chicos y chicas tanto o más que una pantalla. La cuestión pasa por ofrecerles el ámbito adecuado, acompañarlos y transitar juntos la experiencia”.
ELEONORA JAUREGUIBERRY, secretaria de Cultura y Ciudad de San Isidro.
La actividad fue de 13 a 17, con entrada gratis y juegos desde el vamos. Apenas se ingresaba, la gente recibía un álbum y un paquete con catorce figuritas vinculadas con la colección de juguetes del museo. Había repetidas, claro, y no quedaba más que ponerse a intercambiar hasta completar la última página. Un trueque muy divertido que se dio en todos los rincones, en las salas y en el jardín.
La exhibición de figuritas fue parada obligada con gente de todas las edades pegando las narices a las vitrinas. Hubo figuritas europeas de principios del siglo XX, álbumes de Nestlé, de Maravillas del Mundo y las vinculadas con el mundo del fútbol, desde las chapitas de los años 30, las redondas de cartón y álbumes de ese deporte desde la década del 50 hasta el hoy.
No faltaron las de Caperucita Roja y La Cenicienta, las de brillantes que se jugaban entre las páginas de un libro a adivinar entre cara o ceca. La década del 80 fue un capítulo aparte con variedad de álbumes que marcaron una generación, como los de Frutillitas, Rainbow Brite, Ositos Cariñosos y Monster in my pocket, entre otros. Una vitrina aparte contó sobre el proceso de producción de las figuritas, e incluyó artes originales de las figuritas de Frutillitas de Cromy realizadas por el dibujante Horacio Galdames, y hasta sobres cerrados con la magia del misterio oculto, ¿conservarán la más difíciles?
“Más allá del valor del patrimonio material de la exhibición de figuritas, que hizo vibrar la memoria de la propia infancia, hubo un patrimonio inmaterial que se activó a través del juego y el intercambio de figuritas y posibilitó reponer esa dimensión social del juego enriquecida por la participación de distintas generaciones”.
CECILIA PITROLA, directora del Museo del Juguete de San Isidro.
A las 15 comenzó un taller diseñado por el equipo técnico del museo: ¡La que me faltaba!, donde los y las participantes crearon sus propios álbumes temáticos a partir de los que están exhibidos en el museo. Imaginación en acción, hubo de todo tipo: planetas, escarapelas, conejos, mariposas, ositos, gatos, esmeraldas, pokemones y muchos más.
Espejito vale doble se lanzó a las 15.30 en el parque y al sol. Un espacio de juego e intercambio de figuritas dominado por el Espejito, el Puchero, el Tanto y revoleada, la Tapadita y otros que supieron animar recreos de escuelas, patios y veredas, y donde los más grandes despuntaron antiguas destrezas sin que las nuevas generaciones se quedaran atrás.
“Hermoso ver a tantos chicos con juegos de nuestra infancia que considerábamos perdidos. Hice un video de mi marido canjeando figuritas para mandárselo a los nietos que tenemos en Mendoza, que también recibirán dos álbumes para completar allá. Se percibe el enorme trabajo que hubo detrás por la riqueza de los contenidos abordados”, dijo la docente Mirta Giménez, que llegó de Villa Ballester con su marido, su hija con su pareja y una prima.

También en el jardín, el grupo Galería 2020 montó una muestra con obras temáticas vinculadas al mundo de las figuritas y las infancias realizadas especialmente para la ocasión por artistas locales.
El Rincón de coleccionista estuvo a cargo de Rafael Bitrán, que desplegó álbumes de los años 40 hasta los 80. Un rincón único para tocar, abrir y admirar esas joyitas, y para charlar largo con este experto. “Lo más lindo fue ver cómo los chicos y las chicas disfrutaban en el parque con juegos de figuritas que en su mayoría no conocen –comentó el coleccionista, historiador y autor de varios libros sobre la materia-. Una tarde maravillosa para completar esos recuerdos de la infancia tan incompletos como los álbumes”.