De Leila Guerriero y Fabián Casas a Diego Frenkel y Manuel Moretti, la feria Leer reunió este fin de semana a 10.000 personas que pensaron a la par de escritores y músicos la relación entre las letras y la música
Con su guitarra y su voz, Diego Frenkel despidió anoche la cuarta edición de la feria Leer. Literatura En El Río que este fin de semana convocó en el Centro Municipal de Exposiciones, Del Barco Centenera y el río, San Isidro, y en torno al lema Letra y Música, a 10.000 personas agradecidas de escuchar de primera mano a destacados autores y regresar tras la suspensión del festival en 2020 y la edición online 2021 a la experiencia irremplazable de tocar, oler y acariciar libros de un centenar de editoriales de todos los tamaños y catálogos.
“Creo que escritores, editores y público fuimos un poco más felices este fin de semana yendo y viniendo de editorial en editorial, descubriendo libros, pensando juntos y, sobre todo, viendo a tantos chicos jugando y disfrutando del sentido de abrir un libro”, comentó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, responsable del evento.
La jornada de ayer, que convocó a 6000 personas, la abrieron Carlos Battilana, Ezequiel Zaidenwerg, Pablo Gianera y Natalia Romero, moderados por Pamela Terlizzi Prina, con la mesa Si a la canción se le quita la música, ¿nos queda una poesía?, para luego dar paso a la clase de Fabián Casas, quien en su charla con Pablo Strozza aseguró que “la inspiración es estar en un estado de disponibilidad”.
También aseguró que entró al rock por Sui Generis, que Artaud de Spinetta lo cambió para siempre y que hay personas que hablan en poesía, “es cuestión de escucharlos, cortar los versos de lo que dijeron y tenes un poema”. Luego, el autor de Titanes del coco recordó la entrevista que, siendo muy, muy joven, le hizo con unos amigos al Indio Solari para la revista Un huevo y medio. “Su biblioteca tenía solo siete libros, pero cada uno era increíble, no los había visto nunca. William Burroughs, Castaneda, Ouspensky… Salimos de la casa prendidos fuego como la tapa de Oktubre”.
En tanto, afuera, la gente no paró de recorrer los puestos de las editoriales. “Vinimos a la primera edición y ya la estábamos extrañando. Me llevo tres libros de diseño gráfico y uno de poemas, una verdadera fiesta”, comentó Daniela Schiuma con sus compras apretadas al cuerpo.
Del otro lado del salón, todo un mundo infantil. Sellos del rubro y un área de talleres, de un mural poético colectivo con frases del estilo Más serias como nubes cuando granizó, a propuestas de bordado, armado de afiches urbanos y de mini libritos personales con estampillas de referentes de la literatura y la música de diversos orígenes y épocas. También antiguas máquinas de escribir en las que los más chicos se sentaron a tipear con la curiosidad propia de quienes nacieron para las pantallas táctiles.
“Es nuestra primera vez y la estamos disfrutando un montón. Genial que haya un espacio al aire libre que promueva la lectura y la música”, dijo Gabriela Pascualini recostada en el césped y en un alto de la lectura a su pequeña hija Indira del libro de cuentos Diminuta, comparado a metros. A muchos más metros, una feria de vinilos que no tuvo respiro y más cerca, el patio de comidas para distenderse, comer rico, charlar y, programa en mano, no dejar nada de lado.
“No siento necesidad de atacarlo ni de darle un valor trascendente. Me resulta difícil hablar de algo que tengo a dos centímetros de los ojos y siento que al trap lo tengo a esa distancia”, reflexionó el platense Erik Schierloh en la segunda mesa del día, Romper todo y empezar de nuevo: Estrategias musicales, que compartió con Casas, Diego Frenkel, Andi Nachón y Lala Toutonian en su rol de moderadora.
“Muy satisfactorio en cuanto a ventas, pero lo que más nos llamó la atención fue lo parejo que anduvo el catálogo, que va de la narrativa y la poesía argentina e internacional, con traducciones de lenguas extrañas o poco frecuentes en nuestro mercado, lo cual es una demostración que la feria tiene un público diverso y específico a la vez”, comentó Daniel Lipara, uno de los tres editores de Bajo la Luna, ya cerca de las 19 y a poco del cierre.
Un fin de fiesta sorprendido por la lluvia que obligó a trasladar el show de Diego Frenkel al salón cerrado. Pero fiesta hubo de todos modos al compás de Nada es igual, 10000 km, Mira las nubes, Bajo la piel y un homenaje a Federico Moura con Imágenes paganas. Casi un ritual íntimo con Frenkel y su guitarra, sumado al uso de música electrónica que quien fuera el líder de La Portuaria comenzó a experimentar hace unos años.
“Fui feliz en la mesa y me llevo el entusiasmo y la felicidad de compartir cultura con la gente. ¿El show?, algo improvisado por la lluvia, pero cuando suceden estas cosas y todo cambia de golpe siempre se genera una atmósfera de unión muy hermosa. Lo imprevisto –dijo Frenkel- genera un calor especial en la humanidad, y aquí calor hubo de sobra”.
+ El sábado participaron de la feria Leila Guerriero entrevistada por Dolores Caviglia, Mónica Yemayel, Federico Bianchini, Romina Zanellato y Federico Anzardi, moderados por Pablo Plotkin, y Francisco Garamona, Miss Bolivia y Manuel Moretti (cerró la jornada con un show), bajo la moderación de Laura Gómez.