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SAN ISIDRO LABRADOR POR CHRISTIAN SCHWARZ, DIRECTOR DEL MUSEO BECCAR VARELA

“Espero que esta fecha tan propia de nuestra comunidad sea un espacio de reencuentro genuino y alegría profunda entre los vecinos”

Christian Schwarz se sienta en el banco de madera del Museo Beccar Varela, que dirige desde hace exactamente dos meses, observa las barrancas y las callecitas del Bajo de San Isidro que asoman entre las copas de los árboles, y enseguida abre la charla pensando en la proximidad de la fiesta de San Isidro Labrador que este domingo se celebrará desde las 13 y detrás de la catedral. Una celebración comunitaria con acceso gratis, kermesse y este año con un imperdible show musical del Trío Acronos que fue recuperada y renovada hace varios años por la actual gestión municipal.

-¿Qué se celebra el 15 de mayo y por qué es una fecha tan especial para los vecinos del municipio?

-La fiesta de San Isidro Labrador es fundante para San Isidro y tiene proyecciones que superan los límites del actual municipio. Domingo de Acassuso compró tierras en 1706 en los pagos de la Costa y allí construye, ese mismo año, la capilla dedicada a San Isidro Labrador. La centralidad de la capilla, posteriormente de la iglesia y finalmente de la catedral, derivó en que el nombre del santo se convirtiera en la denominación del municipio. Esto abre varios atributos. Por caso, le da un vínculo particular con la ciudad de Madrid, ya que es también patrono de la capital de España. También, al ser San Isidro Labrador le da una proyección especial sobre la provincia de Buenos Aires y la Argentina dado que la producción agrícola es como se sabe una actividad económica medular para la provincia y el país. La agricultura excede la economía y hace a la historia y a la cultura de gran parte de la Argentina. La envergadura de San Isidro es por tanto singular y debe ser remarcada.

Schwarz piensa cada una de sus palabras, cuida el lenguaje. Es doctor en Sociología, licenciado en Ciencias Políticas, docente universitario, investigador y editor del Observatorio de Medios de la Universidad Católica Argentina (UCA), además de columnista del diario Perfil y estudioso de la historia y de los medios de comunicación.

Recuerda con una sonrisa la antigua kermesse de San Isidro en su sede habitual de la Plaza Mitre, hoy en proceso de puesta en valor, a la que concurría con su hija. Una fiesta que este año, por tal motivo, tendrá lugar a menos de cien metros del museo que depende, como los otros dos museos municipales, de la Secretaría de Cultura y Ciudad de San Isidro, y que justamente el 12 de marzo pasado cumplió un hito: la apertura de tres nuevas salas de exposición permanentes que hablan de la historia de este partido, incluidas todas sus localidades, y en todas sus facetas y complejidades.

“El gran diferencial de San Isidro es que tiene una identidad propia muy marcada, lo cual es un activo muy relevante desde el punto de vista cultural, social, histórico y educativo.”

CHRISTIAN SCHWARZ, director del Museo Beccar Varela.

-¿Por qué era importante que San Isidro contara con un museo de la ciudad?

-El gran diferencial de San Isidro es que tiene una identidad propia muy marcada, lo cual es un activo muy relevante desde el punto de vista cultural, social, histórico y educativo. Es esa una de las razones de peso para que San Isidro cuente con un museo, que a su vez es Archivo Histórico y Biblioteca, que preserve y desarrolle su historia. Un museo que además tiene la impronta central de ser un museo sobre la gente, hecho por la gente y para la gente de San Isidro.

Es que de ese modo, con la participación de la comunidad y a lo largo de tres años de intenso trabajo de investigación y de campo, se fue cristalizando la renovación de este museo emplazado en pleno casco histórico. Una tarea que concluyó en el actual recorrido y comienza con una línea de tiempo detallada, de gran despliegue gráfico y fácil lectura que va del 10.000 A.C. al presente, sigue en el segundo espacio con un video actual sobre la gente de San Isidro y sus ciudades, y concluye en un tercer ambiente dedicado a piezas donadas por los propios vecinos e instituciones locales.

Todo enmarcado en hitos locales, nacionales y mundiales divididos por colores según la temática: Cultura y educación, Hechos, instituciones y comunidad, Industria y comercio, Transporte y comunicación, Salud e higiene, Deporte y tiempo libre, Paisaje natural y urbano, y Poblamiento y territorio. En síntesis, un museo renovado que habla de nuestra gran/pequeña historia local y cuyo recorrido comienza, si se quiere, en el patio del aljibe, donde unas cajas apiladas de colores esperan ser abiertas por los visitantes.

“Cada caja contiene un objeto o referencia que abre a la participación. Son indicios sobre nuestra historia –dice el flamante director, que vive en San Isidro y siente especial atracción por la idiosincrasia y la cultura de nuestro Noroeste-, textos y objetos que actúan como disparadores para la visita, desde fotos de personalidades que visitaron San Isidro hasta un estetoscopio”.

-¿Cómo reaccionó la comunidad ante esta nueva propuesta?

-Fantástico, desde los vecinos hasta las organizaciones civiles, los clubs, los colegios. Primero, en el proceso, al aportar y donar elementos, piezas, recuerdos condensados en anécdotas, y luego ese interés inicial se vio reflejado muy positivamente en las visitas que hemos tenido en este poco tiempo desde la inauguración. Muchísima gente se acercó atraída por esta propuesta que propone una visión nueva y muy refrescante de lo que debe y pretende ser un museo histórico en estos tiempos. Pero hay otro aspecto por destacar, la característica de estas nuevas salas es que son autogestionables. Es decir, podemos ver la historia de San Isidro a partir de los diferentes tópicos del guion, pero también podemos verla desde un punto de vista muy personal. Tenemos visitas guiadas, por supuesto, y también hay orientadores que aparecen cuando en el público surge algún interés en particular, pero esta es una muestra en la que las personas puedan circular por las salas de manera muy personal y libremente guiadas por sus propios intereses y gustos.

“Muchísima gente se acercó atraída por esta propuesta que propone una visión nueva y muy refrescante de lo que debe y pretende ser un museo histórico en estos tiempos”.

CHRISTIAN SCHWARZ, sobre las nuevas salas del Museo Beccar Varela.

-Si algo tienen es que no es necesario portar un apellido patricio para sentirse identificado, para encontrar algo que nos resuene íntimamente.

-Totalmente. Las salas muestran la complejidad y la enorme variedad de las gentes que conformaron y conforman San Isidro, y, de ese modo, nos permiten romper ciertos estereotipos erróneos que muchos tienen acerca de lo que son y representan los habitantes de San Isidro. En estas salas está la historia cotidiana y concreta de todos los sectores, desde los más acomodados hasta los vecinos de La Cava. Están todos y todos los tiempos. Es un museo con un marcado concepto de inclusión e integración.

Diversidad que se observa desde el vamos, en la línea de tiempo, que muestra desde las crónicas visuales del pintor inglés y viajero Emeric Essex Vidal (1817), la creación del Servicio de Voluntarias Damas Rosadas (1959) y el aeródromo que funcionó en San Isidro (1920) hasta una multa por bañarse desnudo en el río de 5 pesos (1891); y también en el video de la segunda sala con su diversidad de vecinos, de los más célebres a los anónimos, y en el tercer espacio, entre la valija de un inmigrante, un autorretrato de Guillermo Roux, camisetas de rugby, una gorra y traje de la nadadora Delfina Pignatiello, piezas antiguas de farmacias y las anotaciones de una las primeras parteras del pueblo, entre muchas otras piezas acompañadas de cartillas plastificadas con testimonios de vecinos en primera persona y asociados a cada objeto. Todo contribuye para acercarse a un pasado común, más allá de las diferencias, reconocerse, descubrirse y proyectarse.

-¿Cuáles son las piezas que más llaman la atención de los visitantes?

-Se sorprenden mucho con el cucharón que usaron los jóvenes de la asociación Starte para dar de comer a 400 personas por día durante la pandemia y con el bloque sobre nuestros médicos que atendieron esa problemática, que si bien fueron hechos muy recientes ya forman parte de nuestra historia. Pero además atrae mucho lo tradicional, los bomberos, cómo se mandaba una carta postal, el segmento del deporte, la escultura de Lola Mora y su relación con San Isidro, y también la imagen en madera policromada de fines del siglo XIX de San Isidro Labrador que recibe en la sala de la línea de tiempo. Pero estamos a solo dos meses de la apertura de estos espacios, con lo cual seguimos recibiendo comentarios, sugerencias, aportes. Algo que nos encanta porque lo interesante y lo que queremos es que la gente se vaya apropiando cada día más del museo y que le vaya encontrando un sentido particular y propio a lo que se está ofreciendo.

-¿Cuánta gente vino desde la reapertura?

-No tenemos aún la cifra total y precisa, pero sí podemos decir que los sábados y domingos tenemos un promedio de 200 personas por día, lo cual es significativo teniendo en cuenta que mucha gente está incorporando recién ahora, tras la pandemia, al museo a su programa de salidas. También es central que la gente sepa que ya no es necesario sacar turnos previamente para ingresar, que se puede venir sin ningún tipo de limitación, salvo, por el momento, la presentación del Pase Sanitario. Además, en la semana del 2 de mayo retomamos las visitas diseñadas específicamente para las escuelas, que son un público de especial interés para nosotros.

“Es un museo con un marcado concepto de inclusión e integración”.

CHRISTIAN SCHWARZ, director del Museo Beccar Varela

-Ese apropiarse, de alguno modo, también está vinculado con los alumnos de escuelas que vienen al jardín del museo para almorzar.

-Seguro. Todos los mediodías y hasta las 14 el museo está disponible para que los chicos de las escuelas cercanas se sienten en el parque y dispongan de un lugar tranquilo para almorzar. Creemos que además de ofrecer un ámbito cuidado también les estamos ofreciendo una instancia para interesarlos en el museo y en nuestra historia. Esto no es una plaza con un guardia. Damos señales para que los jóvenes pasen a las salas, que conozcan su pasado y que también sepan que el lugar donde almuerzan tiene una flora y una fauna por proteger, y que la barranca tiene la característica de ser un Parque Natural Municipal. Es decir, todo en un entorno seguro, natural y cuidado.

La charla deriva en lo que se viene y en los desafíos, y Schwarz adelanta, sin intención de ahondar en el tema, que la idea es trabajar en forma más mancomunada con los otros dos museos municipales, el Pueyrredón, a pocas cuadras, y el Del Juguete, en Boulogne, del otro lado de la Panamericana.

-¿Qué sentimiento debería primar en esta fiesta después de los momentos tan difíciles vividos durante la pandemia?

-Un sentimiento de alegría y reencuentro. Luego de dos años en los que hemos tenido limitaciones importantes de movilidad y sociabilidad, espero que esa fecha tan especial para nosotros, tan propia de nuestra comunidad, sea un espacio de reencuentro genuino y alegría profunda entre los vecinos.

+ Cabe recordar que el museo cuenta también con otras salas permanentes sobre arqueología urbana, la evocación del dormitorio de Mariquita Sánchez, la sala principal de mediados de siglo XIX y el comedor de la familia Beccar Varela. En Adrián Beccar Varela 774, San Isidro, los martes y jueves, de 10 a 18, y los sábados y domingos, de 14 a 18. Entrada gratuita. Más información: www.quintalosombues.gob.ar

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