Se presentó este domingo la primera etapa del proyecto El Revés, que fue premiado el año pasado por la Fundación Williams.
Tarde de estreno y de presentación del nuevo mobiliario y equipamiento lúdico que pasará a ser parte de El Revés, un nuevo espacio del Museo del Juguete (MDJ). Una tarde, la del último domingo, habitada por niños, niñas, adolescentes y adultos que se sumaron a Primavera en el museo, la iniciativa gratuita diseñada para celebrar estos estrenos, entre talleres, intervenciones artísticas, intercambio de brotes en el parque y mucho más.
“El nuevo espacio El Revés se lleva adelante por el apoyo de la Fundación Williams, que distinguió a esta iniciativa con el Premio Ensayar Museos 2022. La primera etapa del proyecto es el estreno del mobiliario y equipamiento lúdico al que arribamos tras una detallada consulta con familias que tienen niños de la primera infancia y también con adolescentes. Es decir, un espacio que, desde su concepción, fue consensuado con la propia comunidad.”
ELEONORA JAUREGUIBERRY, secretaria de Cultura y Ciudad de San Isidro.
Una amigable tarima de madera, colchonetas coloridas y con distintas formas geométricas, tres tótems móviles, libros. Casi todo al ras del suelo, donde el juego, el descanso o la lectura se activan a gusto y placer del visitante. Un lugar para tocar, correr de lugar, armar, desarmar, crear y fantasear.
“A partir de las inquietudes y sugerencias de la comunidad, y en conversación con el equipo del museo, diseñé este espacio integral con equipamiento lúdico, funcional y versátil. En las salas convive la historia, lo casi intocable y la linealidad, un recorrido, aquí es al revés, todo puede ser tocado, transformado, recorrido con senderos propios y bajo una mirada actual. ¿Cómo estoy?, feliz de ver cómo en puro juego se materializa todo nuestro trabajo.”
MARIANA SARACHINI, diseñadora industrial (UBA) y especialista en juegos, juguetes e interfaces lúdicas, quien tuvo a su cargo los diseños de El Revés.
Tetris y tangram reformulados y construidos en gran escala, pizarras móviles con imanes. Para la adolescencia, colchones y superficies para jugar, descansar y leer; para la primera infancia, superficies de contención, y para la segunda, la posibilidad de construir en altura u horizontal. Todo es dinámico, a medida y reunido en un solo juego. De armar un sillón a levantar un castillo.
“En este nuevo sector se enganchó un montón. Suele pasar largos ratos jugando, pero hace casi dos horas que estamos acá y no piensa irse”, dice Jimena Baquero sobre su hijo Dante, de casi 4 años, que no para de ensamblar módulos blandos geométricos. “El museo siempre te sorprende con algo nuevo, todo muy pedagógico. Venimos desde antes de que empiece a caminar, le fascina estar acá”, cuenta Natalia Rolón, junto su hijo Valentino, de un año y medio, subido a la tarima.
Una intervención artística, en papel y realizada por el equipo del museo recorre el pasillo, incluido el techo, que une las dos puertas de El Revés. Afuera, un taller de serigrafía con Lucía Bouzada al frente imprime trabajos a la vista de la gente, que aporta lo suyo, que van a parar a las paredes del nuevo espacio. Del otro lado, los tótems y la pizarra captan el interés de niños y niñas.
“Hicimos un taller con unas 20 familias con bebés y niños de la primera infancia con quienes compartimos un encuentro de juego y entrevistas; escuchamos sugerencias e indagamos acerca de su imaginario de la infancia y qué deseaban para este nuevo espacio y para esa etapa. También un taller de consulta con adolescentes, quienes construyeron en papel los prototipos de lo que imaginaban para este lugar. Es una enorme alegría poder ver en acción cómo sucede lo que tanto soñamos e imaginamos en comunidad.”
CECILIA PITROLA, directora del Museo del Juguete.
“Venimos seguido y esto nuevo es todo un descubrimiento. Compartimos, yo soy la abuela, él es el tío. Ojalá que el museo nunca desaparezca”, dice sin poca emoción Gabriela Castiglia, del barrio y mirando a Benjamín jugar.
En el parque, la Feria de brotes invita a acercarse a una mesa repleta de plantas: malvón, sedo cobrizo, aranto, sedum, un árbol de la abundancia y muchas más. Invitación, con la colaboración Vivero Municipal de Plantas Nativas (Ribera Norte), a canjear brotes, llegar con uno y llevarse otro.
“Le prometimos a la chica del museo que está al frente del puesto que la vamos a cuidar -cuenta Carlos Vargas, de 64 años, junto a su esposa y en su primera visita al museo-, y que vamos a volver cuando la sen del campo dé esa flor amarilla preciosa. Vamos a volver para mostrársela”.
